Competencias Docentes

lunes, 5 de enero de 2009

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA
Esta trayectoria inicia al egresar de la secundaria, como comúnmente pasa en la adolescencia no tenía claro que deseaba estudiar ni dinero, es así que mis padres me inscriben en la carrera de secretaria en la misma escuela que desde los 9 años estudiaba inglés, gracias al apoyo de mi abuela materna. Concluí la carrera y empecé a trabajar, sin embargo, no era de todo mi agrado las funciones que desempeñaba.
Es así que junto con mis padres tomo la decisión de cursar la carrera de maestra de educación básica, al terminar, logro una plaza en el estado de Oaxaca, me dan mi nombramiento, tengo que presentarme y desafortunadamente le detectan problemas cardiacos a mi madre, por lo que nunca me presente en Oaxaca.
Un día, en la radio, escucho una entrevista, donde el director de una escuela técnica está invitando a los jóvenes a inscribirse y cursar la carrera de Técnico Profesional en Turismo, mencionando que pronto iniciarían las clases. Supuse que necesitaban personal, por lo cual logro entrevistarme con el Lic. Daniel Ruiz Contreras, director del plantel, y obvio me pregunta tanto por mi preparación profesional como por mi experiencia. Me ofrece hacerme cargo de la oficina de control escolar. Por lo que tuve la fortuna de ver nacer una institución educativa. Junto con los demás compañeros nos dimos a la tarea de promocionar el plantel, fuimos de casa en casa, nos plantábamos en el mercado de la ciudad, en el zócalo, invitando a los jóvenes a estudiar.
Dos años después se abre la carrera de secretario bilingüe por lo que tengo la oportunidad de empezar a dar clases, el Director me exhorta a seguir preparándome para poder ocupar una plaza docente. Es así que inicio la Normal Superior en los cursos de verano, ya que no contaba con mucho tiempo, entre el trabajo y mi primer hijo, si estaba limitada. Al inscribirme considero la especialidad de la enseñanza del idioma inglés con el fin de que no me fuera tan demandante por el tiempo que podía dedicar y a decir verdad, mis conocimientos eran de buen nivel, ya que había estudiado en una escuela con maestros extranjeros, que exigían y enseñaban muy bien. Además llega la primera homologación y logro cambiar mi plaza administrativa por una plaza de técnico docente.
Años más tarde, el director en turno me ofrece el cargo de jefe del depto. de Servicios Escolares, el cual me permite conocer la problemática estudiantil a detalle, adquirí mucha experiencia, me inscribí en una organización de orientadores vocacionales y esto me permitió desarrollarme ampliamente en ese depto. y dirigirlo.
Tiempo después estoy a cargo del depto. de Servicios Docentes, donde logro observar el trabajo y las carencias que tienen de formación pedagógica mis compañeros, debido a la diversidad de perfiles y que la gran mayoría sustentan su tarea docente en la manera de cómo les enseñaron a ellos que va desde la prepotencia hasta la apatía combinada con la ignorancia (claro que hay sus honrosas excepciones, y eso es algo innegable y bueno que sea así).
Durante 10 años ocupe esos cargos por lo que estuve alejada del trabajo frente a grupo. Sin embargo, haber ocupado esos dos cargos, me dio un panorama muy amplio y cómo enfocar mi trabajo docente. Continúe preparándome, curse una especialización en la enseñanza de la lengua y la literatura, por cierto en la UPN, campus Cuernavaca, curso que había, curso que me inscribía.
Estar frente a grupo me ha llevado a momentos de plenitud, el bienestar que experimento cuando las cosas salen bien en el aula, y los chicos están disfrutando lo que hacen, me siento eufórica. Sin embargo cuando no logro absolutamente nada con mis alumnos, son momentos de frustración que me hacen analizar y recapacitar en lo que funciono y lo que no (ejercicio muy difícil de llevar a cabo, ya que no es tan fácil aceptar las equivocaciones o los pasos en falso).
El que los chicos me sigan, me busquen, me enternece, ver sus caras necesitando protección, alivio, seguridad, que se sientan a gusto hablando conmigo, que me hayan confiado problemas familiares, de adicción, noviazgo, homosexualidad, violaciones, he intercedido con sus padres, cuando ellos me lo han pedido. Hemos llorado juntos, porque la verdad me llega muy hondo las situaciones tan graves por las que atraviesan, ya que en ocasiones lo único que obtienen de la familia y de nosotros los maestros es desprecio y denigración.
Entre las grandes satisfacciones que tuve últimamente es que el grupo de contabilidad que egresó, eligió a una servidora como el docente que recibiría un reconocimiento por su desempeño con ellos (es una tradición que tiene el plantel, encuestar a los grupos por egresar y preguntarles a que maestro eligen para entregar un reconocimiento en la ceremonia de clausura).
Sin embargo, he sido intolerante en ocasiones, y no hay ninguna justificación, por lo que llego a tener “crudas morales” cuando, demasiado tarde, reacciono y me doy cuenta de lo que tanto critico en los demás, caigo irremediablemente.Adriana N. Servin Espindola

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